Artículo especial COVID 19 II. Cuidarse y cuidar

Artículo especial COVID 19 II. Cuidarse y cuidar

Visión holística

13 de mayo de 2020

En el artículo anterior, COVID 19 I, mencionaba que una de las cosas que la pandemia que estamos viviendo pone de manifiesto es la fragilidad humana. Antes de la pandemia, los países más avanzados tecnológicamente se sentían poderosos. Los espectaculares avances tecnológicos nos habían hecho olvidar la fragilidad y limitación humana. Japón, sede de los Juegos Olímpicos 2020, había preparado toda una estructura tecnológica, en la que muchas tareas y servicios iban a ser realizados por robots. Ha bastado un virus microscópico para alterar todos estos proyectos y demostrar que el virus tiene más poder que toda la tecnología y conocimiento acumulado durante décadas y siglos. De repente, el ser humano se encuentra indefenso e incapaz de hacer frente al virus, y debe correr a esconderse como quien es perseguido y está desarmado.

Sí, aceptémoslo de una vez y no lo olvidemos: los seres humanos, hombres y mujeres, somos frágiles y vulnerables.

Los seres humanos somos, en primer lugar, seres individuales frágiles y vulnerables y, por lo tanto, tenemos la responsabilidad y la obligación de cuidarnos. Cuidarnos a nosotr@s mism@s, cuidar de nuestra vida, es la primera responsabilidad que tenemos, ya que la vida es un don, un regalo, que se nos ha dado como un potencial que debemos desarrollar. Cada uno es responsable de la vida de la que es depositario, de los talentos que le han sido regalados. Cuidarnos a nosotr@s mism@s no es egoísmo, es un ejercicio de responsabilidad.

Además de ser seres individuales, también somos seres sociales y parte de nuestro planeta. Por lo tanto, también debemos estar dispuestos a cuidar a los demás en la medida que lo necesiten y esté en nuestras manos, sin olvidar tener cuidado y respeto por el planeta del cual formamos parte. De todas maneras, es importante tener claro que la prioridad es cuidar nuestra salud, estar bien con nosotr@s mism@s, ya que eso nos permitirá cuidar a los demás de manera coherente, efectiva y desinteresada, así como del entorno en general. «Nadie da lo que no tiene». Si no estamos bien con nosotr@s mism@s, si no tenemos paz y bienestar, y en cambio estamos dominados por rencores, envidia u otras formas de malestar físico y/o psíquico, bajo la apariencia de cuidar, corremos el riesgo de proyectar en los demás nuestro malestar interior y/o fomentar un altruismo que oculta la expectativa de recibir una recompensa.

¿Cómo debemos cuidarnos?

Cuidarnos no significa complacernos en todo, darnos todos los placeres. Los deseos y apetencias no siempre responden a cosas que beneficien nuestra salud. Los deseos y apetencias pueden ser provocados por conflictos internos, y responder a compensaciones que tienen una función evasiva ante la dificultad y el dolor que conlleva sacar a la luz conflictos que se generaron e instauraron en el pasado, y/o que hemos heredado. Cuidarnos no siempre resulta fácil y agradable. A veces implica hacer cosas que no nos gustan, e incluso, que pueden generar dolor. Para cuidarnos correctamente debemos aprender a compaginar la escucha receptiva y atenta de nuestro propio cuerpo y de las emociones, así como informarnos sobre las necesidades del cuerpo y los demás aspectos o niveles que nos constituyen como personas. Existe un consenso muy generalizado que subraya algunos aspectos, todos ellos importantes, para poder disfrutar de una buena salud:

  • Alimentación equilibrada. El organismo necesita una alimentación sana, variada y equilibrada. Hay que evitar fanatismos, pero es muy importante cuidar la alimentación. Si es posible, deberíamos priorizar las verduras, preferiblemente crudas, y la fruta. Es mejor no abusar de los hidratos, los alimentos con fécula ni de la carne roja. Siempre que sea posible, deberíamos priorizar el consumo de productos biológicos, no modificados genéticamente y libres de pesticidas y aditivos tóxicos. También hay que destacar que, cuando algo nos apetece mucho y lo comemos con placer, en general nos sentará bien, y al contrario, un alimento supuestamente saludable, si lo comemos con desgana, es posible que no nos siente bien.
  • Ejercicio físico. El organismo es un sistema dinámico y, como tal, necesita movimiento. En relación con el ejercicio, al igual que ocurre con la alimentación, también podemos caer en el fanatismo, y los fanatismos nunca son saludables. El esfuerzo continuo y exagerado de los deportistas de élite es útil en el ámbito competitivo para superar récords, pero no es beneficioso para la salud. El ejercicio saludable es aquel que desarrolla un buen tono muscular, es decir, el que tiene en cuenta tanto el esfuerzo como la relajación. Recordemos que la vida es un ciclo entre actividad y descanso. Así funciona el ritmo cardíaco, que marca la coherencia cardíaca; lo mismo ocurre con la respiración y el sistema muscular. Por lo tanto, cuando hablamos de ejercicio físico, hablamos de tanto actividad como de reposo. Las prácticas sencillas más recomendables, que respetan este ciclo de actividad y descanso, son caminar, nadar, montar en bicicleta, la danza holística y otras similares.
  • Prácticas de higiene profunda corporal, emocional y mental. Los seres humanos no somos solo cuerpo. Somos un sistema, un equipo formado por el cuerpo, las emociones y la mente. Por lo tanto, para disfrutar de una buena salud holística, debemos atender todos estos aspectos. El cuerpo a menudo guarda patrones alterados, heredados o instalados a partir de experiencias tempranas de la vida (concepción, gestación, parto, primeros años de vida), o no tan tempranas. El mundo emocional también puede albergar conflictos y carencias que quedaron pendientes en el pasado, y la mente a menudo ha desarrollado estructuras de funcionamiento que fueron útiles en el pasado, pero que en el presente han perdido vigencia y, en muchos casos, resultan insuficientes para atender y gestionar de manera saludable las necesidades del mundo vital y emocional. Los conflictos en los diferentes niveles son obstáculos que dificultan, interfieren o impiden el fluir de la energía y, como consecuencia, afectan la salud holística del ser humano. Cuando la energía no fluye, se producen alteraciones que pueden manifestarse a nivel corporal, emocional y/o mental, y también pueden interferir en las relaciones sociales y en una saludable cooperación con el entorno en general.

Cuidar a los demás

Los seres humanos somos seres individuales, sociales, parte del planeta y del cosmos. Esto significa que no podemos desentendernos de los demás ni de nuestro entorno. Para consolidar el cuidado de nosotros mismos, necesitamos un marco social nutritivo, un espacio donde podamos compartir e intercambiar el conocimiento que extraemos de nuestra propia experiencia personal. El intercambio nos aporta nuevos conocimientos que contribuyen a ampliar y enriquecer nuestra visión de la vida y de la realidad humana. Este intercambio puede darse en cualquier aspecto, incluido el nivel material. Los seres humanos estamos destinados a ser independientes y dependientes al mismo tiempo. Debemos trabajar para ser personas adultas, autónomas en nuestras necesidades básicas, pero, dado que somos seres sociales, también necesitamos el apoyo y el reconocimiento de los demás. A su vez, tenemos la misión de ofrecer apoyo a los demás y cooperar en su proceso de autonomía. No es una buena manera de ayudar a los demás dándoles el pescado, sino contribuyendo a que aprendan a pescar, a ser personas autónomas. Esto no significa que, temporal y puntualmente, no podamos ofrecer apoyo material y económico a alguien que esté pasando por un momento difícil en este aspecto, pero no sería una forma adecuada de ayuda si este apoyo económico se perpetuara sin ningún tipo de intercambio, ya que podría fomentar la acomodación y/o un sentimiento de deuda por parte de la persona que recibe el apoyo, generando una incoherencia entre el dar y el recibir.

Conclusión

La experiencia que estamos viviendo evidencia la enorme fragilidad humana y nos invita a asumir de manera más consciente la responsabilidad de nuestra propia salud, así como a cooperar en la salud de los demás y del entorno en general.

Para responsabilizarnos de nuestra propia fragilidad humana, debemos aprender a cuidarnos en todos los aspectos, teniendo en cuenta que somos un sistema constituido por diferentes niveles, que vivimos en sociedad y habitamos un planeta del cual formamos parte. La salud depende del buen funcionamiento de todo este conjunto. Por lo tanto, cuidarnos significa atender el cuerpo, las emociones, la mente, disponer de un núcleo de relaciones sociales recíprocamente nutritivas, y fomentar también la humildad de la mente y la apertura a la trascendencia, para liberarla de un exceso de responsabilidad que, a veces, puede sobrepasarla. En el cuidado de la salud nunca debemos olvidar la dimensión social y planetaria de nuestra existencia. Cuando hablamos de salud holística, nos referimos a la salud de todo el sistema: individuo, sociedad, planeta.

Si tenemos este cuidado holístico de nosotr@s mism@s, contribuiremos al fortalecimiento de nuestro sistema inmunitario, lo cual es extraordinariamente importante, ya que es el sistema inmunitario nuestro defensor, el que nos protege de elementos que puedan alterar nuestra salud individual. Y si nosotros estamos bien, irradiaremos luz, paz, amor y bienestar a nuestro entorno.

Ramon V. Albareda
Teólogo, Psicólogo y Sexólogo
Creador y asesor de ESTEL, Centro de Crecimiento Personal y
Escuela de Estudios Integrales
Co-creador del enfoque llamado Transformación Holística
y de una de sus aplicaciones, la Sexualidad Holística

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